Me llego por correo electronico y no se quien lo escribio ni lo he buscado en la red, si alguien lo sabe aviseme !
@alvarovelazquez
NO CULPO A CALDERÓN
El
ataque al casino en Monterrey no fue la gota que derramó el vaso. El vaso
se derramó hace mucho tiempo. Este hecho ha sobrepasado incluso al crimen
organizado. No es desproporcionado hablar ya de terrorismo.
Jamás en la historia de nuestro país un ataque había dejado
tantos muertos; jamás se había realizado un atentado contra la población en
general con tanta saña.
Nuestro vaso está plenamente desbordado, al igual que el
Estado Mexicano.
A
estas alturas es torpe, ocioso y estúpido señalar a un único culpable.
Pero en México señalar a otros y lavarse las manos es el
pasatiempo
nacional.
"Calderón, asesino".
"Muera el espurio".
"Gobierno represor, cobarde, inútil".
"Tenemos un borracho en Los Pinos".
"Que el presidente legítimo asuma el control ya".
Todas
estas frases, vacías por naturaleza, poseen cierta lógica: Muestran el miedo, la
impotencia, la ignorancia, el asumirse inocentes y culpar a otro, quien sea, de
nuestros males.
Como si decapitando al presidente Calderón nuestro país se
llenara de colores.
Como si él fuera la gran bruja que mantiene un perverso
hechizo sobre todos los pobladores, o como si fuera él, personalmente él, quien
dispara, secuestra, viola, asesina, decapita, incendia, envenena.
No culpo a
Calderón. Es el presidente y siempre tendrá responsabilidad.
Tal vez la mayor
responsabilidad en todo esto.
Pero no lo culpo a él.
Él tiene cinco años en la
Presidencia, pero los mexicanos tenemos más de 200 años de ser como somos: de
estar empeñados en destruirnos mutuamente.
La independencia fue una
guerra entre iguales: Criollos y peninsulares. ¿Cuál era la diferencia
sustancial entre ellos? Ninguna en realidad. Unos nacidos en España, otros,
españoles nacidos en estas tierras.
La revolución es un ejemplo
más: Mexicanos contra mexicanos, títeres todos de algunos caciques que tanto
anhelaban el poder, que se lo arrebataban a balazos.
Lo mismo sucedió en la guerra
de Reforma y con el movimiento Cristero y con la guerra de Castas, con la
guerra Sucia y con tantos y lamentables pasajes de nuestra historia... hasta
hoy, cuando, de nueva cuenta, los mexicanos, de la manera más estúpida y sin
sentido, nos asesinamos los unos a los otros, sin otro motivo más que, por
nuestra estupidez genética.
Calderón tiene
responsabilidad y su guerra carece de resultados y de estrategias. Pero
no podía quedarse con los brazos cruzados viendo cómo los cárteles despedazaban
el país para repartirse o arrebatarse los pedazos.
No culpo a Calderón.
Nos culpo a nosotros, a los mexicanos, que durante toda nuestra historia
y ahora en especial, hemos hecho de los ilícitos la manera normal de vivir y
relacionarnos.
La mordida, la tranza, la
piratería, el alcohol adulterado, conducir un auto como verdaderos estúpidos,
estacionarnos en lugares prohibidos, festejar cuando alguien más burla las leyes
(ahí está el caso de las "ladies de Polanco"), sobornar al maestro,
al dependiente de alguna tienda para que nos venda alcohol cuando no está
permitido o cigarros si somos menores de edad, el graffiti que tapiza las
ciudades, robarnos lo que podemos (si no, nuestras casas no estarían
absolutamente enrejadas), entrar al juego perverso y corrupto de los
verificentros, presumir de que somos intocables, influyentes, de que conocemos
a un amigo que conoce a otro amigo, tirar basura en las calles y no sólo me refiero
a una colilla de cigarro o un papel: Sillones en la vía pública, bolsas enormes
de basura podrida; acaparar la calle porque creemos que es nuestra propiedad
particular.
Decenas de nuestras conductas diarias, que nos parecen normales, son
ilícitas. Simple y llanamente, delitos.
Estamos demasiado
acostumbrados a vivir de esta manera, a destruir la belleza, a escupir a quien
demuestra educación, a insultar al que consideramos inferior, a humillar para
no ser humillados, a ser prepotentes y necios, incultos y dañinos con quienes
son o piensan diferente.
Festejamos cuando un niño
comienza a decir sus primeras malas palabras y lo animamos a que las diga en
público como si fuera una gracia.
Preferimos ver un partido de
fútbol que leer el periódico; una telenovela que adentrarnos en un libro.
Es más sencillo ser imbécil
que ser recto. Por eso los primeros abundan y los segundos son
pisoteados.
Yo no culpo a Calderón.
Tiene responsabilidad y mucha, pero durante toda nuestra historia
nosotros mismos hemos cavado nuestra tumba.
Y en todo caso, ¿por qué
Calderón y no el PRI, que por 72 años fue simplemente "EL PRI"
Intocable, corrupto y
todopoderoso
No. No se trata de señalar ni
buscar culpables. Se trata de darnos cuenta qué tan hondo hemos escarbado
para darnos cuenta qué tan bajo hemos caído.
Los que venden drogas son los
responsables.
Pero también quienes las
consumen.
Quienes saben que sus amigos
o familiares las consumen.
Quienes saben que un conocido
suyo es adicto y para pagar su adicción tiene que asaltar.
Y quienes saben que un
conocido suyo las vende y por eso tiene dinero.
Si somos más los buenos que
los malos, ¿por qué el país se viene abajo cada día más?
Si somos más los mexicanos
buenos que los malos, ¿por qué no hemos hecho absolutamente nada para
solucionar nuestra miserable situación? ¿Y por qué, cuando alguien, da la
cara y se compromete a querer cambiar las cosas, se le ataca, se le critica, se
le insulta, se le señala y no se hace otra cosa más que hablar, hablar y
hablar?
Somos dañinos, somos
corrosivos, no soportamos que los demás tengan razón o sobresalgan.
Estamos resentidos. Nos
atacamos sin sentido.
Si atacamos a los otros
incluso con insultos y con estupideces, no podemos esperar amabilidad mutua
cuando alguien nos pone un arma en las manos: Somos violentos por
naturaleza, imbéciles sin buena voluntad, nos odiamos, porque nos odiamos a
nosotros mismos.
No culpo a Calderón.
Calderón no es diferente a
López Obrador, a Peña Nieto, a Marcelo Ebrard.
Creer que alguien llegará
para llevarnos de la mano al país de las maravillas, es ciego y falso.
Es creer discursos maniqueos
de presidentes legítimos y espurios.
Este país no será diferente
mientras no dejemos de ser como hemos sido durante al menos los últimos 200
años.
Yo no culpo al presidente
Calderón.
Nos culpo a nosotros, a los
mexicanos, por disfrutar como disfrutamos de vivir entre la mierda...